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jueves, 23 de junio de 2011

AQUEL AMOR SECRETO



Cuando mi madre nos dijo a mi hermana y a mí, que al día siguiente iríamos a bañarnos a Fuente alta, nos llenó de alegría, rápidamente fuimos a decírselo a nuestros amigos para que vinieran también, pero no hubo suerte, sus madres no los dejaron.
Al día siguiente madrugamos para llegar pronto a la Boca de la Mina, lugar donde establecíamos el campamento base, a mi madre no le gustaba que le diera el Sol y además había que llegar pronto para coger sitio a la sombra pues el sol pegaba tan fuerte que podía derretirte. Al tiempo que llegábamos nosotros llegaron otras familias de Guadix y Benalúa. Todas tenían algún familiar con problemas en la piel, mi madre tenía eccemas en las manos y todos los veranos se daba una serie de baños siempre en número impar y se le curaban, durante el invierno se le ponían las manos de nuevo ensangrentadas y esperaba la llegada del verano para bañarse en las aguas medicinales de Fuente Alta y la Boca de la Mina y así curar sus manos. Mi madre montó el campamento debajo de un gran olivo que decía daría sombra para los tres, junto a nosotros, en el olivo de al lado se puso una familia de Guadix, una madre con pupas en las piernas y su hija de acompañante. Carmen María que así se llamaba la niña, tenía trece años, su cara era redonda y tenía dos preciosas trenzas de pelo negro como el carbón, sus ojos también negros, aunque tardé en poder vérselos con claridad ya que cuando la miraba ella fijaba su mirada en el suelo y tardaba en levantar la vista. Como era temprano para bañarnos mi hermana se aburría y se marchó a jugar con los otros niños, siempre a la vista de las madres. Yo me quedé allí sentado, mirando al frente, y de vez en cuando disimuladamente miraba a Carmen María que hacía lo mismo que yo, en cuanto notaba que la miraba agachaba la cabeza de nuevo y miraba al frente después. Estaba fascinado por su belleza. Cuando el sol comenzaba a calentar su madre le dijo que fuera a refrescarse, que ya era hora, se levantó y yo la seguí, nos metimos en el agua y todos los niños acudieron como moscas, poco después nuestras madres decidieron bañarse junto al sifón, por donde llegaba el agua a la acequia, y nosotros nos adentramos en el subterráneo que llamaban la Boca de la Mina. En el fondo del agua había una capa de fango donde resbalaban los pies, se escurrió y se cogió a la pared para no caerse, sin atreverse a andar, la cogí de la mano y seguimos andando hasta salir por el otro extremo. Al llegar a la zona descubierta quiso salir de la acequia y se le escurrió el pié y se arañó el muslo, la senté en la orilla y como no sabía que hacer cogí un poco de barro y se lo unté en la herida. Al contacto de mi mano su cuerpo se estremeció y yo retiré mi mano rápidamente, nos quedamos en aquel lugar alejados de los demás y por fin me habló:
  • ¿Cómo te llamas? ̶  me preguntó mirando el agua.
  • Yo, Antonio, tú Carmen María, ¿verdad?
  • Sí, ¿y cuántos años tienes?
  • Ya cumplí los 15, tú madre ha dicho que tienes 13.
  • Sí.
  • ¿Vives en Guadix?
No hubo más palabras, habíamos estado casi todo el tiempo en silencio y cuando comenzábamos a superar nuestra timidez su madre la llamó alarmada porque llevaba un rato sin verla, se levantó y volvió corriendo, esta vez por tierra. Al mediodía, mi hermana y yo decidimos ir a bañarnos al nacimiento del rio al que llamamos Fuente Alta, mi madre nos dio permiso y Carmen María decidió venir con nosotros, naturalmente se apuntaron todos los niños y como  somos los mayores debemos cuidar que no se caigan por un barranco. Nos bañamos en Fuente Alta y nos sentamos a secarnos en la pared del nacimiento jugando con nuestros pies y nuestros cuerpos pegados, como si no nos diéramos cuenta, de vez en cuando nuestras miradas se cruzaban y sonreíamos, las palabras no eran necesarias, nos sentíamos muy a gusto pero los niños tenían hambre y decidieron volver, nosotros tuvimos que correr para llegar con ellos y no alarmar a su madre.
Después de la comida, dos horas de reposo obligatorio, nos tumbamos debajo de los olivos de forma que nuestros ojos pudieran verse, ya no desviaba su mirada, ahora me sonreía, siempre con cuidado de que su madre no la viera. Después de la siesta nos dimos un nuevo baño y cuando ella intentó de nuevo entrar en el subterráneo seguida por mí, su madre la llamó y no la dejó que se separara de su lado. Ya no pudimos hablar más, me quedé sin saber dónde vivía y cómo podía verla de nuevo. Su madre decidió volver a la estación para no perder el tren de vuelta a Guadix. Se alejó lentamente, volviendo la cabeza de vez en cuando para comprobar que yo la seguía mirando. Nosotros volvimos a Huélago por el camino de La Fábrica. A partir de entonces el verano fue aburrido y tenía ganas de que comenzara el Instituto de nuevo.
Cuando comenzó el curso me marché a vivir a Guadix en lugar de ir todos los días en el transporte escolar al Instituto. A través de un amigo encontré una señora que alquilaba habitaciones a estudiantes, con la comida incluida,  en la Placeta Santiago, mis compañeros de casa, además de la dueña, eran Agustín que estaba un curso por encima de mí, Rafa que estudiaba conmigo y Mari Pepa que estudiaba Magisterio con las monjas. Le llamábamos la Casa de La Vieja.
El lunes 10 de enero de 1972 volví a verla. Por la tarde, me asomé al balcón de la habitación y en la Placeta estaba Carmen María, con sus trenzas negras, y unas amigas. Bajé rápidamente y me acerqué pero hizo como que no me conocía y yo no supe lo que hacer. Me senté en un banco sin decir nada y sin dejar de mirarla, al rato se marcharon y ni siquiera me miró. Me quedé con el corazón helado,  parecía que no sabía respirar, si en mi mente todavía tenía su sonrisa ¿cómo era posible que no se acordara de mí?
Al día siguiente volvió, yo salí de nuevo y me senté en el banco cerca de ellas. Al rato de estar jugando a La Cuartana, dejó a sus amigas y se sentó a mi lado sin mirarme:
  • Hola  ̶ le dije yo.
  •  ¿Hoy si me conoces?  ̶ me dijo en un tono como si estuviera enfadada.
  •  Ayer cuando te vi me dio mucha alegría.
  • Pues no se notó, viniste y no me saludaste.
  • Como no me hiciste caso pensé que no querías hablar conmigo.
  • Fuimos otro día a bañarnos y no viniste.
  • No sabía que ibas a volver a Fuente alta.
  • Pues mi madre le dijo a la tuya que volveríamos a los 15 días.
  • Lo siento, no me enteré, y mi madre no me dijo nada.
  • ¿De verdad?
  • !Claro!, si lo hubiera sabido, habría ido.
  • De todas formas, mi padre no quiere que tenga novio, mi madre está enferma y yo tengo que llevar la casa, estoy aprendiendo a hacer de comer.
  • ¿Y no vas a estudiar?
  • Ya dejé la escuela el año pasado, le tenía que ayudar a mi madre.
  •  Bueno, si no tienes más remedio, yo este año hago cuarto de bachillerato y vivo en aquella casa.
  • Ya lo sé, por eso venimos a jugar aquí, un día fui con mis amigas al Instituto de arriba, y nos escondimos en las eras, te vi salir con una chica muy alta y muy guapa, la acompañaste hasta su casa en la Huerta Millas, luego viniste a tu casa. Nosotras te seguimos hasta aquí, fue antes de Navidad.
  • Nos vamos  ̶ dijeron sus amigas que habían dejado de jugar.
Se levantó y se marcharon corriendo. Esa noche apenas pude dormir, tampoco estudiar, como siempre que me enamoraba le escribí algunas poesías y al día siguiente en el Instituto parecía un zombi, menos mal que el examen era de literatura y eso siempre se me dio bien.  Por la tarde estuve todo el tiempo en la Placeta pero ella no vino, no volvió hasta el viernes. Mi corazón parecía no funcionar y mi estómago daba saltos, apenas comía, “La Vieja”, que era la dueña de la casa parecía preocupada por mi actitud, pensaba que no me gustaba su comida. Agustín decía en voz alta es que está “Enrositao”, como me veía todos los días ir y venir del Instituto con mi amiga Rosita pensaba que estaba enamorado de ella, pero Rosi solo era una amiga. Tampoco le conté porqué estaba así. Me gustaba guardar mis secretos. El viernes 14 de enero volvió Carmen María, vino sola, se sentó en el banco y esperó a que bajara. Esta vez me recibió con una sonrisa, me senté a su lado y puso su mano cerca de la mía, yo le cogí la mano y me engarzó con sus dedos mientras parecía temblar ligeramente. ¡No!, el que temblaba era yo.
  • Mi padre no quiere que tenga novio  ̶ me dijo en cuanto me senté.
  • Me conformo con verte cada día.
  • Es que a mi padre le han dicho que tengo novio, y me ha dicho que si me ve con alguien no me dejará salir a la calle.
  • Entonces será mejor que no nos vea.
  • No, si él no viene por aquí, pero siempre se entera de todo.
  • No me importa tu padre.
Volvió su cara hacía mí y nos quedamos mirándonos un rato, fuimos acercando nuestras caras hasta que los labios se juntaron durante unos segundos, agachó la cabeza un momento para volver a buscar mis labios con más intensidad pero de pronto se separó:
  • Que nos va a ver la que vive contigo.
  • ¿Quién? ¡Ah, esa es Mari Pepa y su novio Antoñito!, aunque nos vean no pasa nada.
  • Me tengo que ir, no sé cuándo podré venir.
  • Dime dónde vives y voy a verte.
  • ¡No, eso es peor!, si mi padre se entera me pega.
  • ¿Te pega tu padre?
  •  Cuando venía borracho le pegaba a mi madre y ahora a mí, pero desde que la Guardia Civil lo detuvo por borracho no ha vuelto a beber.
  • Mejor.
  • En San Antón cumplo 14 años, ven a la luminaria de las monjas.
Y se marchó corriendo sin mirar atrás.
San Antón era el lunes, yo pensaba ir a ver a mis padres el fin de semana, pero mi amigo Moya se empeñó en que me quedara en su casa porque sus padres se iban al cortijo, nos lo pasamos bien, incluso fui a visitar a mi amiga Rosi en La Huerta Millas, pero no le conté nada de Carmen María. Era mi secreto. El lunes no fui al Instituto, no tenía ganas de clase, yo solo esperaba la tarde para ver a Carmen María. Al llegar la tarde Moya y yo fuimos a ver la Luminaria de San Antón de las monjas, se llamaba así porque se hacía en la placeta del colegio de La Presentación que era de las monjas. Había mucha gente y yo me separé buscándola, al fin la encontré con sus amigas, me puse a su lado mientras veíamos consumir el fuego. Sin decir palabra me miró y salió corriendo, yo la seguí hasta una casa vieja, tenía una puerta entornada y le empujó  y entramos, por la ventana entraba una tenue luz de la farola de la calle donde se oía el griterío de la gente. Se apoyó en la pared junto a la ventana, donde no nos podían ver desde la calle y me sonrió. Me acerqué y me tendió las manos, nos abrazamos, la besé, me besó y mis manos intentaron recorrer su cuerpo, pero no me dejó:
  • Si tardo mi padre vendrá a buscarme, no me puedo quedar más. Hoy es mi cumpleaños y quería estar contigo aunque fuera un segundo.
  • ¡Felicidades! Me hubiera gustado regalarte algo, ahora no tengo dinero, en cuanto cobre la beca de estudios te lo hago.
  • ¡Gracias!, yo si te traigo un regalo, es mi corazón que quiero que lo lleves siempre.
Sacó de su bolsillo un corazón de plata y me lo colgó en mi cuello, luego me besó y salió corriendo. Cuando reaccioné, salí detrás intentando alcanzarla, pero ya no la vi. La busqué por todo el barrio, la busqué por todo Guadix pero no la encontré.
Sabía que vivía por allí y todos los días me daba una vuelta con la esperanza de encontrarla. Tampoco volvió por la Placeta de Santiago. Mi vida se volvió inútil y sin sentido, seguí viviendo con mi corazón roto. Me refugié en los libros y en mis poesías, con el paso de los días fui recuperando mi vida, aunque no dejé de visitar aquel barrio por si un día la volvía a ver. Nunca dejó de estar en mis sueños, cada día lloraba su ausencia.
El 6 de marzo, día de mi 16 cumpleaños amaneció lluvioso, a mí me gustaba pasear bajo la lluvia, me puse mi gabardina y me fui al Parque. En los quioscos del Parque me encontré con una de las  amigas de Carmen María, nos quedamos mirando y me acerqué, yo no sabía su nombre pero no hizo falta, ella sabía lo que yo quería:
  • Sus padres se fueron a Barcelona, no se despidieron de nadie, Carmen María no quería que la buscaras para que no fueras a verla, su padre le había dicho que si ibas a verla te mataría.
  • ¡Tan malo es su padre!
  • ¡Una bestia! Le pegaba a su madre y a ella, sin ningún motivo. Las dos estaban aterradas. Un día vino la Guardia Civil y se lo llevaron al cuartelillo, parece que le dieron un buen susto y seguro que se las llevó a donde no los conozcan. ¡Pobrecillas!
  • ¿Sabes su dirección?
  • No, no sabemos nada de ella. Me decía que tú serias siempre su novio.
  •  Gracias, te puedo dar una carta por si un día viene.
  • Claro, yo la guardaré, es mi mejor amiga, mañana voy a la Placeta y me la das.
  • Vale, muchas gracias.
Mientras hablaba, apretaba con mis manos su corazón de plata que colgaba de mi garganta. Al día siguiente le entregué la carta, pero nunca me contestó. Nunca más volví a saber de ella, siempre fue mi novia secreta. Mi vida continuó y me volví a enamorar y desenamorar muchas veces hasta que encontré el amor definitivo. Sin embargo mi corazón siempre esperó que ella volviera. ¿Qué habrá sido de ella? ¿Se acordaré de mí?
Ayer salió por televisión el manantial de aguas medicinales de mi pueblo, Fuente Alta, el lugar dónde conocí a Carmen María, las imágenes de aquel lugar me devolvieron los recuerdos de aquel amor secreto.

5 comentarios :

K bonito... Nunca pensaste eskribir una novela romantica?

Gracias, la novela que acabo de terminar es muy romantica, pero lleva muchas cosas y no se como definirla, la publicaré después del verano.

El: -Me das de tu refresco?
Ella: -Pero te advierto descubriras mis secretos..
El: ((Toma un trago...))
Ella: -susurrando le dice...Me gustas
El: -nervioso responde... DISCULPA NO TE ESCUCHE
Ella: -Naaada...
El: ((Toma un trago))
Ella: -susurrando le dice...Me encantas
El: -nervioso responde... DISCULPA NO TE ESCUCHE
Ella: - Naadaa...
El: ((toma un trago))
Ella: - susurrando le dice... TE QUIERO...
El: -nervioso le contesta BUENO gracias tomaa...
Ella: -desilucionada tomaa el ultimo tragoo del refrescoo...
El: -le pregunta -¿quieres ser mi novia? ...

[[LOS SECRETOS SE SABEN CON TAN SOLO UNA MIRADA]]...

amo tu blog♥

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