1973.- 16 años.
Palabras
Me gusta la poesía
sin rima ni
métrica,
solo palabras.
Quiero decirte
algo,
palabras,
palabras que digan
te quieros.
Palabras
solo palabras.
Palabras.
Mis poemas son
libres
que riman, que no
riman,
sin capricho
han salido del
alma.
sin querer
para vivir.
Aunque solo sea en
sueños,
unas horas, un
día, un año.
Palabras escritas
solas,
en la montaña, en
un poste
sin más
explicación natural.
No quiero que
rimen,
poeta de dudas en
debate.
Palabras
solo palabras.
Palabras.
***
Aquella niña venía conmigo en el
transporte escolar, pero no solíamos hablar. El año anterior había estado en mi
misma clase y tampoco habíamos hablado mucho, por eso me extrañó que se
acercara a mí y me hablara:
¾ ¿Tú escribes
poesías?
¾ ¿Quién te ha dicho
eso?
¾ Nadie, es que lo
estaban hablando y como a mí me resulta muy difícil hacer poesías quería
preguntarte cómo lo haces.
¾ Ja, ja, ja, no sé
cómo lo hago, con palabras, a veces pienso en lo que quiero contar y las
palabras vienen a mí, otras veces tengo que buscarlas hasta que encuentro las
apropiadas. Cada vez es diferente.
¾ ¿Y cómo haces las
rimas?
¾ Ya te lo he dicho
unas veces las riman salen solas y otras tengo que buscarlas. Cuando me apetece
escribir es cuando las palabras vienen solas, entonces las poesías suelen ser
más bonitas.
¾ Me dejas que lea
algunas.
¾ Vale, pero no me
gusta que anden por ahí.
Nos encontrábamos en el Caño de San
Antón, donde habíamos almorzado un numeroso y heterogéneo grupo, todos veníamos
en el transporte escolar y al mediodía nos íbamos allí a comer. Luego nos
tumbábamos en la hierba hasta que llegaba la hora de volver al Instituto. Saqué del macuto mi libreta de poesías y se
la dejé. Se apartó y se sentó apoyándose en el tronco de un árbol. Cuando
volvíamos a clase me dijo:
¾ Déjame la libreta
esta noche, quiero terminar de leerlas.
¾ Vale, pero no se
la dejes a nadie.
Al día siguiente, en cuanto me subí
al transporte escolar, me la devolvió
con una amplia sonrisa, que me dedicaba por primera vez.
¾
Me han gustado mucho.
Por
la noche el poema que escribí se lo dediqué a aquella chica. Al día siguiente,
en cuanto la vi, se la entregué, «para
ti», la
leyó y me sonrió de nuevo.