SÍNTOMAS DE LA LLEGADA DEL
AMOR.
Durante
el último año he estado intentando recordar mi vida a través de las poesías que
escribí en cada época. Bueno, ha sido al revés. He recopilado entre mis poemas
los que representan a cada época y he descubierto que todos están asociados a
hechos que me ocurrieron. Eso se debe a que lo que yo escribo son
fundamentalmente sentimientos.
También
me he dado cuenta de que en los periodos de enamoramiento, la intensidad de los
escritos aumentaba, al igual que la cantidad. Y en los momentos de relajación
amorosa disminuían. Ya sé que yo soy un romántico sin remedio, pero creo que a
todas las personas les pasa algo parecido. No quiere decir que todo el mundo se
ponga a escribir poemas de amor; sino que a todos les ocurre algo que
transforma su cuerpo y su mente.
El amor
no es algo que se pueda medir como se mide el agua o el gas. Pero sí se pueden
ver ciertos síntomas que determinan el grado de enamoramiento. El cuerpo te
avisa de la llegada del amor con antelación y los demás pueden ver esos
síntomas. A veces es difícil distinguir entre enamoramiento y simplemente que
te gusta una chica o un chico. Sobre todo en la adolescencia donde te falta la
práctica que te ofrece la vida, y, todo lo vives, como si fuera lo último que
vas a hacer en tu existencia.
¿Qué
síntomas son esos? Yo voy a describir a diez que creo que les pasa a los
chicos, me imagino que a las chicas les deben de pasar lo mismo. En cualquier caso
seguro que alguno de vosotros o vosotras le puede añadir unos cuantos más:
PRIMERO:
Se le quita el apetito. Se dan
cuenta los familiares y amigos. Y eso que siempre tenía hambre y comía más que
los demás. Él no se da cuenta, solo sabe que no le apetece comer.
· --- Niño,
¿estás enfermo? ¿Qué te pasa que no comes? ¾le dice su madre
siempre preocupada.
· --- Qué
está atontâo con las niñas ¾contesta su padre que
ya tiene experiencia.
SEGUNDO:
Se vuelve intranquilo cuando lleva mucho
tiempo sin verla. Hace dos horas que no la ve y le parece una eternidad. Al
principio no se da cuenta pero luego se obsesiona y hasta que vuelve a verla no
puede dormir, ni comer, ni estudiar ni nada de nada.
TERCERO:
No puede dejar de pensar en ella. Un
enamorado puede pensar en su amada el 95% de su tiempo. Hace tiempo que le pasa
pero ni se da cuenta de eso. Hasta que un día lo descubre, pero le parece bien,
solo quiere estar con ella y si no puede soñará que lo está.
CUARTO:
Euforia desproporcionada. En cuanto
se entera de que ella va a venir, le entra la risa tonta y no deja de hacer
tonterías. Puede tartamudear y sudar abundantemente. Habla en voz alta sin
darse cuenta y el que no lo conoce piensa que está tonto o loco.
QUINTO:
Acaloramiento. Un roce, una mirada,
un beso hace que le suban los colores y aparezca un cosquilleo en el estómago
como si volaran por él cientos de mariposas. Cuando está con ella siente un
calor por todo el cuerpo que le hace preocuparse si ella lo nota.
SEXTO: Taquicardia. Cuando ella se acerca el
corazón se pone a mil por hora. Y no digamos si hay un simple roce, o un beso
en la mejilla, o le da la mano como saludo…
SÉPTIMO:
Insomnio. Por la noche no pega ojo.
Imposible dormir. La salen ojeras y durante el día está atontado. No es de
extrañar que tropiece con las farolas.
OCTAVO:
Pasa de los amigos. Deja de ir con
ellos para buscarla y pasar todo el tiempo con ella. Sus amigos pasan a segundo
plano. Busca cualquier excusa para estar con ella.
NOVENO:
Generosidad. Se vuelve muy generoso
con ella y con todo el mundo. «No pasa
nada si lo quieres te lo doy». No para de comprarle cosas y solo ve regalos
para su amada «esto le gustará a ella».
DÉCIMO:
Solo habla de ella. Sus amigos se
aburren de oírlo, siempre está hablando de ella y todo lo que pasa le recuerda
a ella.
Seguro
que tú has sentido alguno o más de estos síntomas. Naturalmente cada persona
tendrá sus variantes y unos síntomas serán más intensos que otros.
A veces
estos síntomas te sirven para darte cuenta de que estás enamorado de alguien:
En mi
primer amor, la primera vez que me di cuanta fue un día que fui a verla al
parque de Guadix y ella ese día no había ido. Me fui a mi casa terriblemente
preocupado y no pude comer, ni dormir, el estómago parecía un huracán de grado
cinco. Descubrí que me pasaba todo el día pensando en ella. Que el tiempo se
volvía eterno mientras esperaba la llegada del momento en que quedaba con ella
en el parque. Me di cuenta de que estaba enamorado y no era un simple me gusta
como en otra ocasiones sino que el sentimiento surgía con una fuerza que no
podía controlar.
Mi segundo
enamoramiento lo descubrí un día que paseaba con ella durante un recreo. Hasta
ese momento era una amiga con la que me gustaba estar para contarnos nuestras
cosas. Ese día llegamos hasta las puertas del cementerio y al darse la vuelta
para regresar, tropezamos y la sujeté para que no cayera al suelo. Los dos nos
estremecimos con el contacto y yo por lo menos me puse colorado. Ella no lo sé
porque no fui capaz de mirarla a la cara. Regresamos al Instituto en silencio
como si hubiéramos hecho algo malo. Entonces me di cuenta de que lo que sentía
por ella estaba por encima de la amistad.
En mi
tercer enamoramiento noté que buscaba encontrarme con ella como si fuera por casualidad,
por la mañana, camino del instituto salía con tiempo para luego esperarla y
hacerme el encontradizo con ella, que también colaboraba quedándose atrás de
sus compañeras de habitación para que pudiéramos estar solos y hablar sin que
los demás se enteraran. En el recreo la buscaba y no hacía caso a la llamada de
mis amigos o compañeros. Eso me hizo pensar que sentía algo diferente por ella.
Una vez
descubierto que has caído en las redes del amor y que es irreversible, el
siguiente paso es que ella lo sepa. Me imagino que cada uno tiene sus maneras
de hacerlo y habrá tantas como enamorados.
En las
dos primeras ocasiones yo me declaré con poesías y fracasé en las dos. ¿Es un
plan malo? No lo sé. En el amor no hay planes buenos o malos sino que depende
de lo que sienta la otra parte y de que llegues a ella en el momento oportuno.
La razón que tuve fue sencillamente porque mi timidez no me daba las palabras
cuando debía pronunciarlas y escribirlas era, para mí, muy sencillo. Tan sencillo
como coger un bolígrafo y un papel y poner una palabra detrás de otra.
La
tercera vez que me enamoré cambié de estrategia, decidí ser un hombre nuevo que
podía conseguir lo que se proponía y lo hice más sencillo: usaría la palabra.
Luego
no ocurrió así, cuando quise hablarle la miré a los ojos y le dije que tenía
que decirle algo muy importante. Naturalmente que ella sabía de lo que se
trataba y le daba vergüenza y no me miraba a los ojos. Entonces yo le dije que
no se lo diría hasta que me mirara a la cara. No me miró y volvimos sin que se
lo dijera. La dejé en su casa y me fui pensando como lo haría la próxima vez.
Eso ocurrió por la mañana, por la tarde fue ella la que vino a mi casa. Yo vivía
solo y charlamos un rato de otras cosas, tampoco era necesario atacarla en todo
momento, si ella quería ir despacio yo me adaptaría. Pero me equivoqué. Mientras
yo pensaba como llevar la conversación a ese terreno ella ya lo había decidido.
Pensé que un poco de música romántica nos llevaría a donde yo quería y puse en el casete una
cinta de música lenta y la invité a bailar.
Aguantamos
poco, solo iba media canción cuando acerqué mi cara a la suya y ella me besó. Fue
un beso suave, tierno. La segunda vez fui yo, fue un beso fuerte, intentando absorber
su esencia. Luego vinieron más besos. Cuando paramos para respirar nuestros
cuerpos flotaban de felicidad.
¡Cuánto
trabajo para llegar ahí!
Pero, ¿qué es el amor? La Wikipedia nos dice que:
El
amor es un concepto universal relativo a la afinidad entre seres, definido de
diversas formas según las diferentes ideologías y puntos de vista (artístico,
científico, filosófico, religioso). De manera habitual, y fundamentalmente en
Occidente, se interpreta como un sentimiento relacionado con el afecto y el
apego, y resultante y productor de una serie de actitudes, emociones y
experiencias. En el contexto filosófico, el amor es una virtud que representa
todo el afecto, la bondad y la compasión del ser humano. También puede
describirse como acciones dirigidas hacia otros y basadas en la compasión, o
bien como acciones dirigidas hacia otros (o hacia uno mismo) y basadas en el
afecto.
En
español, la palabra amor (del latín, amor, -ōris) abarca una gran cantidad de
sentimientos diferentes, desde el deseo pasional y de intimidad del amor
romántico hasta la proximidad emocional asexual del amor familiar y el amor
platónico, y hasta la profunda devoción o unidad del amor religioso. En este
último terreno, trasciende del sentimiento y pasa a considerarse la
manifestación de un estado del alma o de la mente, identificada en algunas
religiones con Dios mismo o con la fuerza que mantiene unido el universo.
Las
emociones asociadas al amor pueden ser extremadamente poderosas, llegando con
frecuencia a ser irresistibles. El amor en sus diversas formas actúa como
importante facilitador de las relaciones interpersonales y, debido a su
importancia psicológica central, es uno de los temas más frecuentes en las
artes creativas (cine, literatura, música).
Desde
el punto de vista de la ciencia, lo que conocemos como amor parece ser un
estado evolucionado del primitivo instinto de supervivencia, que mantenía a los
seres humanos unidos y heroicos ante las amenazas y facilitaba la continuación
de la especie mediante la reproducción.
La
diversidad de usos y significados y la complejidad de los sentimientos que
abarca hacen que el amor sea especialmente difícil de definir de un modo
consistente, aunque, básicamente, el amor es interpretado de dos formas: bajo
una concepción altruista, basada en la compasión y la colaboración, y bajo otra
egoísta, basada en el interés individual y la rivalidad. El egoísmo suele estar
relacionado con el cuerpo y el mundo material; el altruismo, con el alma y el
mundo espiritual. Ambos son, según la ciencia actual, expresiones de procesos
cerebrales que la evolución proporcionó al ser humano; la idea del alma, o de
algo parecido al alma, probablemente apareció hace entre un millón y varios
cientos de miles de años.
Hay dos formas de entender
el amor:
Los
seres humanos podemos desarrollar en esencia dos tipos de actitudes: bajo una
de ellas somos altruistas y colaboradores, y bajo la otra somos egoístas y
competidores. Existen personas totalmente polarizadas hacia una de las dos
actitudes por voluntad propia; por ejemplo, los monjes budistas están
totalmente volcados hacia el altruismo, y los practicantes del objetivismo,
hacia el egoísmo. Y también existen personas que combinan ambas formas de ser,
comportándose, unas veces, de forma altruista y colaboradora, otras, de forma
egoísta y competitiva, y otras, de forma parcialmente altruista y competitiva.
En algunas partes del mundo predomina el altruismo (Tíbet), de modo que el
egoísmo se ve en general como algo negativo. Y existen grupos humanos donde
sucede lo contrario. Todas las guerras de la historia nacieron del egoísmo por
parte de, al menos, uno de los dos bandos; todas las situaciones conflictivas
del ser humano proceden del egoísmo.
¿Cuántas clases de amor hay?
En
las relaciones de la persona con su medio, el amor se ha clasificado en
diferentes manifestaciones; en virtud de ello, pueden aparecer una o más de las
siguientes:
Amor autopersonal: El
amor propio, amor compasivo, es, desde el punto de vista de la psicología
humanista, el sano amor hacia uno mismo. Aparece situado como prerrequisito de
la autoestima y, en cierto contexto, como sinónimo de ésta. Es algo positivo
para el desarrollo personal e indispensable para las buenas relaciones
interpersonales, y no debe confundirse con el narcisismo, que conlleva
egocentrismo y que coincide con una autoestima baja. Para el budismo, que
califica al ego como una mera ilusión de nuestra mente, el amor real, amor
compasivo, sólo existe cuando se dirige hacia otra persona, y no hacia uno
mismo. Para el psicoanálisis, que, de forma completamente opuesta al budismo, califica
al ego como la única realidad, el amor autopersonal siempre es narcisismo, que
puede ser, a su vez, saludable o no saludable.
Amor incondicional: Es
el amor compasivo, altruista, que se profesa sin esperar nada a cambio. El amor
espiritual, predicado por las diferentes religiones, es el amor incondicional
por antonomasia. El amor maternal, o amor de madre a hijo, se reconoce también
como amor de este tipo, y, por tradición, se considera motivado por un fuerte
instinto que lo hace especialmente intenso; no obstante, hay también quien
cuestiona la existencia de dicho instinto.
Amor filial:
Entre hijos y padres (y, por extensión, entre descendientes y ancestros).
Amor fraternal: En
su sentido estricto, es el afecto entre hermanos, aunque puede extenderse a
otros parientes exceptuados los padres y los descendientes. Nace de un
sentimiento profundo de gratitud y reconocimiento a la familia, y se manifiesta
por emociones que apuntan a la convivencia, la colaboración y la identificación
de cada sujeto dentro de una estructura de parentesco. Desde el punto de vista
del psicoanálisis, el fraternal es, al igual que el amor filial, sublimado, ya
que está fundado en la interdicción del incesto.
Amistad:
Cercano al amor fraternal, es un sentimiento que nace de la necesidad de los
seres humanos de socializar. El amor al prójimo nace a su vez del uso de la
facultad de la mente de empatizar y tolerar, y constituye la abstracción de la
amistad. Para Erich Fromm, dicho amor al prójimo equivale al amor fraternal y
al amor predicado en la Biblia mediante la frase «amarás al prójimo como a ti
mismo».
Amor romántico:
Nace en la expectativa de que un ser humano cercano colme a uno de satisfacción
y felicidad existencial. Este sentimiento idealiza en cierto grado a la persona
objeto de dicha expectativa, definida en la psiquis.
Amor confluente:
Amor entre personas capaces de establecer relaciones de pareja, definido a
mediados del siglo XX. Aparece por oposición al amor romántico: no tiene que
ser único, no tiene que ser para siempre, no supone una entrega incondicional,
etc.
Amor sexual:
Incluye el amor romántico y el amor confluente. El deseo sexual, según Helen
Fisher, es diferente del amor romántico y del afecto. Desde el punto de vista
de la psicología humanista, el amor romántico —y el amor interpersonal en
general— están relacionado en gran medida con la autoestima.
Amor platónico: Con
propiedad, es un concepto filosófico que consiste en la elevación de la
manifestación de una idea hasta su contemplación, que varía desde la apariencia
de la belleza hasta el conocimiento puro y desinteresado de su esencia. Para
Platón, el verdadero amor es el que nace de la sabiduría, es decir, del
conocimiento. Vulgarmente, se conoce como una forma de amor en que no hay un
elemento sexual o éste se da de forma mental, imaginativa o idealística y no de
forma física.
Amor a los animales y a las plantas:
Nace de un sentimiento protector.
Amor hacia algo abstracto o inanimado: A
un objeto físico, una idea, una meta, a la patria (patriotismo), al lugar de
nacimiento, al honor, a la independencia (integridad). Puede considerarse amor
platónico en su sentido filosófico. El patriotismo puede ir asociado a la
heroicidad, en cuyo caso constituye un comportamiento de altruismo respecto a
su grupo, que en esencia es un comportamiento de egoísmo respecto a otro grupo
en la medida en que no se considera al otro grupo de la misma condición.
Amor hacia un dios o una deidad
(devoción): Suele nacer de la educación recibida desde
la infancia, y se basa en la fe. Se considera a Dios como la fuente de todo
amor. En la mayoría de los casos, existe la creencia de que, tras la muerte,
Dios premiará de alguna forma a las personas que la correspondiente religión
considere virtuosas.
Amor universal:
Amor espiritual que, según diferentes religiones, todas las personas pueden
llegar a profesar al medio natural y que los grandes místicos experimentan como
expresión del nirvana, éxtasis o iluminación, estados de conexión absoluta con
el universo o con Dios.