Todos los años a finales de agosto, o principio de septiembre, mi mujer y yo vamos a Huélago, el pueblo donde nací, a coger moras para hacer mermelada.
Este año fue un día de tormenta, pero por la tarde salió el sol y pudimos ir, aunque había un poco de barro. Hemos cogido un par de kilos, suficientes para hacer unos pocos tarritos. Todas las mermeladas las hacemos nosotros, pero esta es especial porque es escasa y hasta el año próximo no puedes volver a hacer.