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UNA GUERRA SENCILLA

UNA GUERRA SENCILLA es una novela sobre la guerra civil española y la posguerra.

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NADIE AMABA A FEDERICO GARCÍA LORCA COMO YO es una novela sobre la muerte del poeta al comienzo de la guerra cuvil española.

ANIK

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LA PIEDRA DE SCONE

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LA INVASIÓN DE LOS REINOS DEL HIELO

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80 HISTORIAS DE TU AMOR Y EL MÍO

80 HISTORIAS DE TU AMOR Y EL MÍO es el primer poemario de la TRILOGÍA DEL DESAMOR.

miércoles, 19 de junio de 2013

!Ay!, que mi amor...



!Ay! que mi amor
quiere buscar
lo oculto
de mis ojos en tu color.

!Ay! que mi amor
vive en el alma
de mi corazón.

!Ay! que mi amor
no sabe como darme
todo aquello que busco
y que sabe. Amor.

!Ay! que mi amor
es amor y amor todo mío.
Que tuve otros amores
 y solo este me complació.

!Ay! que mi amor
tiene celos de la poesía
cuando por las noches
vivo en mi señoría.

(28 de noviembre de 1978)



miércoles, 12 de junio de 2013

EL SARGENTO CONTRERAS



2
Le dolían los dedos de escribir en aquella pesada máquina, Hispano Olivetti. Daniel terminó el último informe y lo guardó en la carpeta del caso Carmen María, los informes estaban listos para entregárselos al capitán, pero no había conclusiones, después de un mes investigando no habían llegado a ninguna parte, el primer caso importante que se le presentaba en su vida y no podía detener a nadie, ni siquiera tenían un sospechoso. Cerró los ojos y pasaron delante suya todas las imágenes del caso, ¿Qué habría ocurrido con esta niña? No tenía ni idea. A sus 30 años su vida era un asco, desde su llegada a Guadix, los días se sucedían unos a otros sin que nada le cambiara el ánimo, ni siquiera sabía por qué había pedido traslado a esta comandancia, bueno si lo sabía, su amor de toda la vida vivía allí, después de tantos años, se había armado valor para hablar con ella y pedirle que se casara con él. Poco después de su llegada a la ciudad se presentó en su domicilio en una casa del Callejón del Gallo, sus padres le dijeron que había contraído matrimonio con un tal Manolo, de las Cuevas, que era camionero y que le dirían que había preguntado por ella.

—Puede preguntar por mí en el cuartel, soy Guardia Civil —aclaró Daniel.
—Así se lo diremos, viene todos los días a vernos.

Nunca preguntó por él, Daniel, averiguó donde vivía y de vez en cuando la observaba cuando iba a la Plaza de Abastos a realizar la compra, siempre lo hizo con prudencia, en tres años no se había atrevido a hablarle. Al igual que en el Instituto, se sentía cohibido solo con su presencia.

 El traslado del jefe de la brigada de investigación le había permitido entrar y hacer algo diferente, acorde a su inteligencia y a su valía. El trabajo le gustaba, le permitía pasar muchas horas fuera del cuartel, no llevar uniforme y mezclarse con la población. Cada día soñaba con encontrar una pista que le llevara a la resolución del caso, pero las declaraciones no llevaban a ninguna parte y no había nada que pudiera indicar que había ocurrido. Nadie sabía nada. Eso era lo extraño, como es posible que se desaparezca camino del Instituto con ciento de personas haciendo el mismo recorrido y que nadie la viera ese día. ¡Eso era imposible! Todos los días, de lunes a viernes, hacía ese camino a la misma hora, subía charlando con sus amigas y compañeros, el día de su desaparición nadie la vio. Ni camino del Instituto ni por ningún lado.

Daniel solicitó permiso para entrar en el despacho del capitán:

—Pase Contreras, le iba a llamar porque quería hablar con usted, —le contestó.

Terminó de abrir la puerta y entró en el despacho.

—Perdón, no sabía que estaba ocupado, se excusó.
No se preocupe, le presento a Fabián, es hijo de un amigo mío y mi ahijado.

Fabián en ese momento se levantó y le ofreció la mano con cortesía. Aceptó el saludo.


—Es un placer —dijeron los dos al mismo tiempo.
Cuando su interlocutor se sentó de nuevo, se dirigió al capitán:

 Aquí tiene los informes para su archivo, no hay novedades, las pesquisas han sido negativas. Estoy desolado por el resultado.
—Gracias Contreras, he recibido muchas llamadas, entre ellas del Gobernador Civil para que la investigación no se cierre, igualmente del Obispo. ¡Siéntese!
—Estoy bien de pie ¡Señor!
—¡Siéntese coño!, Como te he dicho, Fabián es hijo de un gran amigo y también mí ahijado, tanto mi esposa como yo le queremos mucho, pero no está aquí por nosotros, sino para trabajar en el caso. Pertenece a inteligencia, pero he solicitado su traslado provisional para que nos ayude en las investigaciones, para ello he tenido que mover muchos hilos. Quedas libre de servicio para volver a empezar con la investigación, pero esta vez tendrás un punto de vista diferente, cuando lo conozcas entenderás porque hago esto. Vivirá fuera del cuartel, acompáñale a buscar alojamiento y luego os organizáis.
—¡A sus órdenes señor! Así lo haré.

El capitán cogió la carpeta de la mesa y comenzó a leer los informes.

—He de preparar estos informes para enviarlos al juzgado, luego podrás consultarlos en el archivo —dirigiéndose a Fabián.
—Gracias padrino, me voy con el sargento para que me ponga al tanto.
—¡A sus órdenes! —saludaron los dos.

Salieron del despacho y sin decir palabra caminaron hacia la calle. El cuartel estaba junto a la carretera nacional que cruza Guadix. Daniel siguió andando carretera abajo y Fabián lo siguió al mismo paso, ninguno habló, la situación era extraña para los dos. Al llegar al bar Los Molinos decidieron romper el silencio:

 ¿Tomamos una cerveza?, —se preguntaron al unísono.

Ninguno contestó, entraron en el bar y se sentaron en una mesa junto a la ventana, al fin se miraron a los ojos. Fabián tomó la delantera:

—Entiendo que esta situación no te guste, tómame como un colaborador, o mejor, como uno de tus hombres.
—Está bien, trabajaremos de mutuo acuerdo, quiero estar informado de todas las acciones, no quiero que vayas por tu cuenta. Lo primero es buscarte alojamiento.
—Ya lo tengo.
—Estupendo, veo que te mueves. ¿Dónde te has alojado?
 En el Hotel Comercio.
—Yo te hubiera buscado algo más barato.
—Paga el gobierno.
—Qué suerte, ¿Y el café?
—También.
—Pues ya sé quién va a pagar.
—Me pagan unas dietas por día, si me paso es mi problema.
—Ya quisiera yo vuestra paga.
 No te quejes.
—No quieres que te hable del caso.
—Tienes copia de los informes, o hemos de esperar que me los dé el capitán.
—Tengo copias, no estoy conforme con la marcha de la investigación y quería seguir indagando de mi cuenta, por si salta la liebre.
 Vámonos, quiero ver esos informes.

Fabián pagó al camarero y salieron a la calle, miraron hacia el Parque, luego hacia arriba y cruzaron la carretera hacia el Arco San Torcuato.
Daniel había alquilado un piso en la calle Santa Ana, donde vivía solo. Al pasar por la puerta de la farmacia de la calle Ancha entró para comprarse unas aspirinas, últimamente le dolía mucho la cabeza, también llegó a la tienda de bicicletas que estaba al lado y le preguntó si ya tenía lista la suya.

—Allí la tienes, le he puesto el cable y las zapatillas de los frenos nuevas. Deberías cambiarle la yanta de la rueda de atrás, para evitar el roce.
  ¿Y esta bicicleta de carreras?
 La vendo. Es de segunda mano, pero está nueva.
—¿Cuánto cuesta?
—10.000 pesetas
—No jodas, tú sabes lo que gano yo.
  Por ser para ti, te la puedo dejar en 8.000.
—6.000 y me la llevo
—Llévatela.
—Mañana voy a correos a sacar dinero y te pago.
—No hay problema, eres de confianza.
—Me llevo esta, mañana vengo a por la de paseo.


Cogió su bicicleta como un niño con un juguete nuevo, al pasar por la Placeta de los Cuchilleros se paró en el quiosco para comprar el periódico. El aire que bajaba por la calle Santa Ana cortaba el resuello. Sintió un gran alivio al llegar al número 11, y entrar en el pequeño callejón que formaba la entrada a su portal. El único piso habitado era el suyo, los demás estaban en ruinas, por 1.000 pesetas al mes era suficiente. Al llegar a la puerta no sacó la llave, simplemente golpeo secamente la puerta con la rodilla y esta se abrió. Fabián le miró asombrado, sin embargo no se sorprendió, ya conocía la vida solitaria y extraña que llevaba su nuevo compañero.

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