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viernes, 3 de febrero de 2012

CON EL CORAZÓN HERIDO

1976.- 19 años.


CON EL CORAZÓN HERIDO

Con el corazón herido, siento el cantar
de esta oscuridad que reposa
en cada tarde que te vas
para que tus besos no lleguen a mi boca,

Pausado tiempo de infinito
donde tiembla mi pensamiento
por el cansancio, adormecido,
de sentir lo que siento.


Y yo, tiemblo como la amapola,
la quiebra de estas oscuridad,
dolorosa noche, que sola,
hasta mañana no volverá a estar.

*****


Llueve silencio sobre mi cabeza parda, negros nubarrones oscurecen mi alma.

Llega la noche y las cosas opacas. El silencio es roto por el tic-tac del reloj. Noche de silencio. El estómago se escoge cuando lo desborda el silencio, ríos de silencio llegan a mi cama.

¡¡¡Soledad!!! ¿Por qué has vuelto?

A veces mi poesía no es poesía, es llanto que llora, besa y chilla para transformarse luego en lamento.

Ayer, no sé cuándo, el monótono frio cortaba la tarde, que recuerda cuando fue primavera, un día de sol con vieja solera. El sol bello de felicidad arde.

En el frío se esconde el sol cobarde, el invierno sonríe a su vera, acariciando al que perdón pidiera, a todos los que pasean por la tarde. ¿Y por qué esta noche de verano me recuerda el invierno?, tal vez porque tiemblo de frio o tal vez sea de dolor.

Son impresiones de la noche donde rueda callado el silencio, donde corre veloz el bosque, donde las estrellas tiemblan de miedo.

Y después…. Descansada ya la noche, parece que el día brote, descansado ya el silencio, ahora pide un beso.

He olvidado las estrellas, ¡que malo, son tan bellas! Morena de ojos tiernos, blanda como neblina, sutil de agua tan fina, que en la mañana veo. Carbón, ¿tiznas mi cara?

Yo quiero ser oloroso, como tu negro pelo, como el aire del romero, como la fragancia de tu beso. Carbón, ¿tiznas mi alma?

Yo veo primaveras, naciendo en las estrellas, morena, compañera, ¿no quieres lo que sueño?
Morena.

Y después lloré silencio, cuando olvidadas palabras, llegaron a mi corazón para decirme: «no te quiero».

Más tarde quise sonreír, quizás cabalgando sueños, sobre locas madreselvas que me decían «te quiero»

Y después amé el silencio de esta noche que me llevó al  infinito del amor, donde moras tú y mi corazón herido.
Morena.




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