MI YO INTERIOR
En 1995, una noche de insomnio, cuando buscaba mi yo interior, pensé que además podría intentar dibujar lo que viera, no soy un buen dibujante, además utilicé carboncillo, cuya técnica no domino, pero aun así conseguí dibujar el interior que vi en mí. O al menos lo que vi en un espejo.
La vida real no es algo que le preocupe para nada al hombre moderno. Su vida consciente está completamente perdida en abstracciones intelectuales, en fantasías sensuales, en lugares comunes de orden político, social y económico. Todo lo potencialmente valioso y vital está relegado en la mente inconsciente. La tragedia del hombre moderno es que su creatividad, su espiritualidad y su independencia contemplativa están sofocadas por un súper ego que se ha vendido al consumismo.
Nuestra cultura ignora todo lo espiritual o lo que signifique un camino sapiencial. Además vivimos dispersos, desconectados de nuestra verdadera identidad, aferrados a un falso yo, generalmente identificados con nuestra mente racional y con el personaje que nos hemos creado.
La identificación con la mente nos hace pensar continuamente, hablar con nosotros solos a todas horas, pasar de un tema a otro sin orden en nuestro interior.
En mi etapa madrileña, pasé muchas noches desvelado y me dediqué a escribir, pintar al oleo y sobre todo a pensar. El yo interno es tan secreto como Dios. Todo lo que podemos hacer por medio de alguna disciplina espiritual es intentar llegar a él, a nuestro yo puro.
Lo que en la adolescencia se convierte en una angustia vital, en la madurez es relax y satisfacción. Tal vez placer. Conocer tu yo verdadero es altamente satisfactorio y placentero pero ¿somos capaces de reconocernos? Yo pienso que sí. Aceptarnos como somos nos permite luchar en la vida diaria contra los problemas cotidianos de la vida, incluso de los más graves, y enfocar la solución de los problemas hacia lo más conveniente para nosotros.
Un medio de acercarnos a nuestro yo interior, es simplemente estar sentado en silencio y a solas, con una respiración tranquila, viviendo el momento presente desde nuestro interior, es importante que no busquemos nada, ningún efecto maravilloso o místico, que simplemente nos abramos a nuestro interior. Esta es una de las muchas formas de meditar. Cada cual puede buscar su camino.
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