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lunes, 17 de octubre de 2011

SHERATON el Ibero


La mujer que aun permanecía de rodillas se levantó e intentó correr hacia el bosque. No pudo andar mucho. Pronto se vio rodeada por ellos. Sacó su Daga e intentó atravesar su garganta. Lo hubiera conseguido si no le sujetan la mano. Entre dos la cogieron de los brazos y la llevaron en volandas hasta el que parecía ser el jefe. Este cogió su puñal y rasgó el vestido de la mujer dejando su cuerpo desnudo al descubierto.
  • ¡Tumbadla!, me corresponde ser el primero.
La mujer comenzó a llorar desconsoladamente y forcejeo intentando liberarse inútilmente de aquellos hombres que la tumbaron sobre la hierba.
  • No llores mujer, trae mala suerte matar una virgen. Encomiéndate a tus dioses.
Serhaton había visto muchas injusticias durante la guerra. Pero la guerra había terminado. Era hora de redimir.
Contó seis soldados «tendré que ser rápido» y se colgó su talega con la comida, su escudo y su falcata. En un momento sus pies estaban de nuevo sobre la tierra y corrían a toda velocidad hacia el claro del bosque. Cuatro estaban con la mujer, los otros dos miraban a cierta distancia esperando su turno. Ninguno le oyó llegar, solo escucharon el silbido de la espada al rasgar el aire. No tuvieron tiempo de nada. La cabeza de los dos romanos que contemplaban a sus compañeros violando a aquella mujer rodó por el suelo al tiempo que sus cuerpos golpeaban la hierba provocando un ruido que los sorprendió.
Estos se levantaron al unísono e intentaron sacar sus espadas. El ibero lanzó su puñal al que estaba más lejos que cayó encima de la mujer y giró su falcata a la izquierda penetrando por la cintura del bandido y luego saltó a la derecha separando el brazo del romano que acababa de empuñar su espada y un segundo corte le rompió el cuerpo en dos. Un tercer salto evitó la espada del que estaba encima de la mujer y que se había levantado con gran rapidez. Desde su nueva posición se lanzó hacía el soldado que al carecer de escudo no pudo impedir que fuera atravesado por la falcata de Serhaton.
Pasó su falcata sobre la hierba para limpiar la sangre y la enfundó. Se dirigió hacía la mujer que permanecía tumbada en el suelo con el cuerpo del soldado muerto a su lado para ayudarle a levantarse pero la mujer no reaccionó a sus palabras en púnico. Se arrodilló y entonces se dio cuenta de que sangraba por el cuello. Le tomó el pulso y comprobó que estaba muerta. Al parecer, el bandido que la violaba al levantarse le atravesó el cuello antes de atacar a Serhaton. Al comprobar si todos los cuerpos estaban sin vida se encontró que el padre de la mujer aún vivía, respiraba con dificultad y escupía sangre por la boca al mover los labios para intentar hablarle en púnico, pero no entendió nada, se arrodilló y acercó sus oídos a los labios del moribundo. El púnico expiró al momento. "Debo desaparecer de aquí antes que vuelvan más romanos"

1 comentarios :

Hola Antonio!!
Ummm... que relato tan realista... casi podía ver las escenas. Me ha gustado.
Besos y abrazos amistosos,lu

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