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miércoles, 4 de marzo de 2015

YO NO DEBERIA SER POETA: El lenguaje de los poetas.






La incomprensión  es una característica del ser humano. Todos los hombres y mujeres de esta Tierra lo han sentido en algún momento de su vida, a veces de forma suave, a veces dura, a veces amarga.
Dicen que los poetas son los seres más incomprendidos de todos los seres humanos, yo no sé si tienen razón, pero mi alma se siente así. Ocurre que al comunicarnos con la gente que nos rodea, o con aquellos que nos pueden leer, le trasmitimos un mensaje en un lenguaje cifrado que es el poema. Sin embargo, no somos conscientes de que hablamos otra lengua que solo algunas personas conocen. Y no me refiero a la lengua en la que escribes sino al lenguaje poético, un lenguaje escrito con el corazón. Por eso no todo el mundo entiende la poesía.
Fue Nietzsche el que dijo que entender una frase no es solo captar su sentido sintáctico-semántico, sino también el peso de su enunciación. Por eso, solo algunas personas encuentran el código correcto y saben aplicarlo para comprender el lenguaje de los demás. Ese código se puede adquirir con la experiencia y el sentimiento de comprensión. 
Pero qué ocurre cuando el poeta es tan tímido que las palabras no salen de su boca, y solo tiene el lenguaje de la poesía para comunicarse con la amada. Sencillamente un desastre total. Ese podía ser el resumen de mi vida en la búsqueda del amor.

En el otoño de 1974 estaba enamorado de una chica a la que llamaba “Loquilla” mi comunicación amorosa con ella era a través de la poesía. Una tarde, en Huélago, aunque a aquel lugar lo llamaba “Huefon” porque estaba en Huélago pero tenía mi pensamiento y mi corazón en Fonelas, sentado en una piedra junto a la cueva del Coto, le escribí este poema, quería que ella supiera lo que deseaba decirle de palabra, pero solo era capaz de escribirlo. Naturalmente yo le hablaba pero… ¿ella podía entenderme?


LO QUE QUISIERA DECIRTE

A veces cuando me siento en silencio
allá donde el prado crece en mi mente,
junto a las flores, el agua de la fuente
se acerca hasta mi mano y quedo
sonriendo, entonces siento que no estoy solo.

No, no estoy solo, pienso, pero cuando el agua se aleja
de mi voz al infinito, el mundo se vuelve plomo,
que obstruye mi garganta serena,
que me dice que no hay nadie que sea buena
ni bueno, porque todo se reduce a polvo.

Mas después, cuando surgen tus ojos,
esos que solo yo veo como poeta
que me dicen en callado coro:
“estaré contigo, sienta lo que sienta”.
El tono especial de tu sonrisa
que llega a mi cara como la brisa
y estalla entre mis huesos
dejando un sabor a susurros de besos
que pasean por el prado del silencio,
diciendo: “yo también soy silencio”.

A veces cuando me siento en silencio
allá donde el prado crece en mi mente
junto a las flores, reflejada en mi fuente
aparece tu sonrisa y tus ojos me miran sin miedo.



A comienzos de 1977 me enamoré de nuevo de otra adolescente, también estaba “loquilla”, en esta ocasión la llamé “Yusy”. Al igual que antes mi comunicación amorosa con ella fue a través de la poesía. Por supuesto mi declaración de amor fue un poema. Cientos de poemas, pero tampoco conseguir conectar con ella. ¿Realmente estaba preparada para entenderme? ¿Entendía lo que yo quería transmitirle? Un día en clase le escribí este poema para explicarle todo lo que querían decir mis poesías, ¿creéis que logré que me entendiera? 



PARA QUE LO LEAS

Si yo te hablara de amor
te podría dar felicidad.
Creo que bien sabes
mi corazón te sabría amar.
⎯Eso te dije yo⎯.
Es corta tu poesía.
⎯Me dijiste tú en el recreo⎯.
Abstracta como la soledad,
breve como la vida,
oscura como un callar.
⎯Añadiría yo⎯.
Aparecía tu sonrisa en mi mente
y ya no sabía controlar
las imágenes del pensamiento
que tratabas de ocultar.
Quizás seas tú, mi amiga
escondida en el azar,
ocultando la quimera de tu vida
en un continuo saltar.
Tus ojos me dicen deseos,
me piden besos que no puedo dar.
Mis labios dicen “te quieros”
que no puedo pronunciar.
Quisiera escribirte cosas bonitas
alegres e interesantes.
⎯¡Lo siento!⎯, pero en este instante
mi pensamiento no me da más.
Sigo pensando en tus ojos
que me dicen la verdad,
pequeños, como la primavera,
bonitos, como la arena del mar.
Veo tu sonrisa volar
a lo alto de la montaña,
rodeada de mariposas
que tus labios quieren besar
y tu piel acariciar.
Quisiera contarte mis sueños
llenos de amor y paz
y solo encuentran el silencio que besa
la soledad.

Si yo te hablara de amor
te podría dar felicidad,
creo que bien sabes
mi corazón te sabría amar.
No creas que estoy enfadado con ella,
ni contigo, ni con las estrellas,
solo con el amor que me esquiva,
que me huye,
que no me deja llegar a ti.
Continúo escribiendo sin pensar
este momento del pensamiento.
A la una del mediodía del mes de marzo
de mil novecientos setenta y siete
y siento
que no es lo que tú quisieras oír del viento.
Quisiera escribirte cosas bonitas
alegres e interesantes,
⎯¡lo siento!⎯, pero en este instante
la soledad vuelve a brillar
y el profesor me va a pillar.

Poco después volví a enamorarme y en esta ocasión encontré el amor. El nuevo nombre poético fue “Yipy”. Eso me llevó a creer que había encontrado alguien que podía entenderme, pero con los años descubrí que no era cierto, que tampoco me entendía. Eso me hizo pensar que a lo mejor todo era por ser poeta, si yo no fuera poeta quizás los demás podrían entenderme mejor.



YO NO DEBERÍA SER POETA

Estoy cansado de llorar, a cada segundo que pasa el silencio
ante mis ojos, que están llenos de miedo.

Estoy cansado de sentir la tristeza de la soledad
que ahoga mis palabras, que nada pueden decir
y mueren en mi corazón, sin querer maldecir
otras palabras que lloran por un nuevo amar.

Estoy cansado de mirar el amor que pasó por mi ventana
y despertó antaño, a manos llenas la felicidad,
como un sueño inacabado que viví en la quintana,
como si fuera un loco de atar.

Estoy tan cansado de hablar, que me da miedo la soledad
y las palabras que corroen mi alma,
y me dicen lo que nadie quiere, lo que nadie sabe cantar.

Perdóname por hablar así, tan torpe, tan indirecto,
con poesías que saben a alhelí, a amuleto
a rosas amarillas, a rosas rojas, a palabras
que llenas de silencio escondí en el alma.

Yo no debería ser poeta
para que de forma sencilla pudieras entender mi corazón
cuando piensa en ti, cuando te habla mi alma secreta
con palabras que solo desean cubrir tu piel de amor.

Perdóname por hablarte en silencio y mirarte sin palabras,
por susurrar corazones enloquecidos
que recorren tu piel y tu sombra
y a mi lado, tu corazón no entiende nada,
como si le hablara de demonios y sestercios
en lugar del amor que siente mi alma boba.

Perdóname por ser poeta.

Yo no debería ser poeta. Ni de musas, ni de princesas.
Entonces tú podrías estar contenta,
aunque yo me convirtiera en diablesa,
aunque yo muriera de pena
por no poder ser poeta.

Quizás por a razón decidí que mis poemas y mis escritos tuvieran un estilo sencillo para que pudiera ser entendido por cualquiera que lo leyera. ¿Lo habré logrado? Eso me lo tienes que decir tú que me lees. 


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