Curso, 1975.76. - 18 años.
La Amistad
Amiga:
Entenderme a mí
sin palabras,
sin palabras
hablarte.
entenderme a mí sin gestos,
con la mirada
hablarte.
Responderte yo
quisiera
como quien habla a un amigo
como la brisa
enredada
en las hojas
verdes de un pino
o en mi cálida voz
ahogada.
Amiga, siento una
loca alegría
cuando tus ojos
ante mí, veo pasar
en ellos leo sus
palabras
que saben lo que
es amar.
Esta luz que me
envuelve
yo quisiera te
envolviera a ti
que te inundara el
alma
como me inunda a
mí.
¿Cómo decirte
esto?
¿Cómo saber si me
entiendes?
Amiga, ¿cómo
decirte eso?
*****
A comienzos del curso de 1975-76, cuando
estudiaba sexto de bachillerato, cambié mi domicilio de la Placeta Santiago al
barrio San Torcuato. Me fui de la Casa de la Vieja a la Casa de Águeda con mi
paisano Pepe y mi amigo Rafael. Allí conocí a Antonia y María Luisa, o al menos
mis recuerdos de ellas comienzan allí. La amistad y camaradería surgió pronto y
nos hicimos amigos. Por las tardes, después del instituto, estudiábamos en una
gran mesa que había en el salón, los exámenes de Navidad estaban próximos. De
vez en cuando hacíamos un descanso y María Luisa cerraba los ojos y se dormía,
pero de verdad. Un día mientras estudiábamos, Antonia me preguntó: «¿cómo te
gustan las amigas?» y mantuvimos una charla sobre el tema que se prolongó más
allá del descanso y le enseñe esta poesía que tenía en una libreta.
Mi cambio de
domicilio no modificó mi sentimiento de soledad. A pesar de los buenos momentos
que pasamos me seguía sintiendo solo. Me faltaba el amor, claro.
Un día escribí un
relato en forma de carta sobre el mismo tema. Se lo di para que lo leyera
aunque ella no sabía de qué iba, cuando terminó me dijo:
¾
Amigo, eres muy
raro.
Este es el relato:
«Amiga, Una noche de escombros y de humo, estando en silencio mi pipa y yo,
así escribía para ti:
Me voy de aquí,
no quiero más oírme, no quiero oírte. Toda voz suéname a falsa. ¡Oh! Triste
soledad, la del engaño, la de la tristeza. He ido muriendo hasta llegar el día
en que espejo de espejos, soy me extraño a mí mismo y descubro que no vivía.
Cállate corazón
con tus pesares, los que no deben decirse, solo expresarse en el más profundo
silencio. Mi silencio, tu silencio.
¡Señor! Jesús
amigo mío, hombre del dolor, enséñame a descubrir la verdad del silencio. Mi
silencio, tu silencio.
Cuando el alma
recuerda la esperanza que nutrió su juventud, comprende que la vida es engaño,
¿nunca oíste mi nombre?, ni lo quieres oír, ¿acaso estamos separados por mares
de silencios? Mi silencio, tu silencio. ¿Acaso por montañas, por la soledad?, o
¿acaso estamos separados por el profundo amor que te tengo?
Yo solo quiero
ser Poeta, poeta de silencios, como tú, como yo. Mi silencio, tu silencio. ¿Por
qué sufro más que tus otros amantes? Puesto que has matado mi alma a ti te
corresponde repararla y yo debo corresponderte muerto, muerto en el silencio,
muerto en la soledad, en el dolor o muerto en Nicaragua.
Amiga, he aquí
que muero a manos llenas, a duras penas voy muriendo, ¿Habrá alguien que diga:
esto que veis es Antonio Moreno? La soledad hambrienta me devora, ¿Quién me
ayuda? ¡Ah! Noches y noches, cama y vueltas sobre la cama, lágrimas y lágrimas
sobre mi rostro que nacen del verde de mis ojos. Nada, nadie, vacío, silencio.
Mi silencio, tu silencio.
Amiga ayúdame.
Quiero cantarte
a ti, amiga del Poeta que quiere ir a Nicaragua, amiga que lee a Blas de Otero,
que preguntes como hacía el poeta:
¿Dónde está
Antonio Moreno? “Está rodeado de fuego con los ojos abiertos”
¿Dónde está
Antonio Moreno? “Está echado en su lecho con los ojos abiertos”
¿Dónde está
Antonio Moreno? “Está solo con los ojos abiertos”.
Algunos dicen
que tus ojos son negros, alguien que azules, otros que verdes y yo digo
que marrones, porque así se siente mi verde cuando se encuentra solo.
A ti, marrón,
en esta noche de escombros estrellados, yo un verde fallecido te escribo y te
contesto que solo quería estar contigo, que solo pensaba en ti y que dejaré a
un lado mi amor para que tú tengas el tuyo, estoy entre dos fuegos y me hundiré
para salvarte. Después de eso tampoco entenderás que te quiero. ¡Oh marrón del
alma!, !Silencio infinito! ¿Dónde está mi alma? Sola está la luna y solo está
el hombre que en el silencio se esconde.
Una noche de
escombros y de humo, estando en silencio mi pipa y yo, así escribía para ti…
cosas que solo eran mías.
2 comentarios :
me gustaría haberte conocido entonces...
me hubiera gustado conocerte entonces...tanta soledad...tanto Amor despistado...
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