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martes, 26 de noviembre de 2013

LA AMISTAD





Curso, 1975.76. - 18 años.
La Amistad
Amiga:

Entenderme a mí sin palabras,
sin palabras hablarte.
entenderme a mí sin gestos,
con la mirada hablarte.

Responderte yo quisiera
como quien habla a un amigo
como la brisa enredada
en las hojas verdes de un pino
o en mi cálida voz ahogada.

Amiga, siento una loca alegría
cuando tus ojos ante mí, veo pasar
en ellos leo sus palabras
que saben lo que es amar.

Esta luz que me envuelve
yo quisiera te envolviera a ti
que te inundara el alma
como me inunda a mí.

¿Cómo decirte esto?
¿Cómo saber si me entiendes?

Amiga, ¿cómo decirte eso?

*****

A  comienzos del curso de 1975-76, cuando estudiaba sexto de bachillerato, cambié mi domicilio de la Placeta Santiago al barrio San Torcuato. Me fui de la Casa de la Vieja a la Casa de Águeda con mi paisano Pepe y mi amigo Rafael. Allí conocí a Antonia y María Luisa, o al menos mis recuerdos de ellas comienzan allí. La amistad y camaradería surgió pronto y nos hicimos amigos. Por las tardes, después del instituto, estudiábamos en una gran mesa que había en el salón, los exámenes de Navidad estaban próximos. De vez en cuando hacíamos un descanso y María Luisa cerraba los ojos y se dormía, pero de verdad. Un día mientras estudiábamos, Antonia me preguntó: «¿cómo te gustan las amigas?» y mantuvimos una charla sobre el tema que se prolongó más allá del descanso y le enseñe esta poesía que tenía en una libreta.
Mi cambio de domicilio no modificó mi sentimiento de soledad. A pesar de los buenos momentos que pasamos me seguía sintiendo solo. Me faltaba el amor, claro.
Un día escribí un relato en forma de carta sobre el mismo tema. Se lo di para que lo leyera aunque ella no sabía de qué iba, cuando terminó me dijo:
¾     Amigo, eres muy raro.

Este es el relato:
«Amiga, Una noche de escombros y de humo, estando en silencio mi pipa y yo, así escribía para ti:
Me voy de aquí, no quiero más oírme, no quiero oírte. Toda voz suéname a falsa. ¡Oh! Triste soledad, la del engaño, la de la tristeza. He ido muriendo hasta llegar el día en que espejo de espejos, soy me extraño a mí mismo y descubro que no vivía.
Cállate corazón con tus pesares, los que no deben decirse, solo expresarse en el más profundo silencio. Mi silencio, tu silencio.
¡Señor! Jesús amigo mío, hombre del dolor, enséñame a descubrir la verdad del silencio. Mi silencio, tu silencio.
Cuando el alma recuerda la esperanza que nutrió su juventud, comprende que la vida es engaño, ¿nunca oíste mi nombre?, ni lo quieres oír, ¿acaso estamos separados por mares de silencios? Mi silencio, tu silencio. ¿Acaso por montañas, por la soledad?, o ¿acaso estamos separados por el profundo amor que te tengo?
Yo solo quiero ser Poeta, poeta de silencios, como tú, como yo. Mi silencio, tu silencio. ¿Por qué sufro más que tus otros amantes? Puesto que has matado mi alma a ti te corresponde repararla y yo debo corresponderte muerto, muerto en el silencio, muerto en la soledad, en el dolor o muerto en Nicaragua.
Amiga, he aquí que muero a manos llenas, a duras penas voy muriendo, ¿Habrá alguien que diga: esto que veis es Antonio Moreno? La soledad hambrienta me devora, ¿Quién me ayuda? ¡Ah! Noches y noches, cama y vueltas sobre la cama, lágrimas y lágrimas sobre mi rostro que nacen del verde de mis ojos. Nada, nadie, vacío, silencio. Mi silencio, tu silencio.

Amiga ayúdame.
Quiero cantarte a ti, amiga del Poeta que quiere ir a Nicaragua, amiga que lee a Blas de Otero, que preguntes como hacía el poeta:
¿Dónde está Antonio Moreno? “Está rodeado de fuego con los ojos abiertos”
¿Dónde está Antonio Moreno? “Está echado en su lecho con los ojos abiertos”
¿Dónde está Antonio Moreno? “Está solo con los ojos abiertos”.

Algunos dicen que tus ojos son negros, alguien que azules, otros  que verdes y yo digo que marrones, porque así se siente mi verde cuando se encuentra solo.
A ti, marrón, en esta noche de escombros estrellados, yo un verde fallecido te escribo y te contesto que solo quería estar contigo, que solo pensaba en ti y que dejaré a un lado mi amor para que tú tengas el tuyo, estoy entre dos fuegos y me hundiré para salvarte. Después de eso tampoco entenderás que te quiero. ¡Oh marrón del alma!, !Silencio infinito! ¿Dónde está mi alma? Sola está la luna y solo está el hombre que en el silencio se esconde.
Una noche de escombros y de humo, estando en silencio mi pipa y yo, así escribía para ti… cosas que solo eran mías.



2 comentarios :

me gustaría haberte conocido entonces...

me hubiera gustado conocerte entonces...tanta soledad...tanto Amor despistado...

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