(Ilustración de Azel Highwind)
1973.- 16 años.
La luna
La luna es de silencio
Y el silencio de soledad
De la soledad, el amor en sueños
Y del despertar, la verdad.
La luna es de verdad
¡Soledad!
Con dieciséis años, a mí me gustaba la vida nocturna, no
para salir de fiesta, si no para soñar y escribir poesías en el silencio de la
noche.
Una noche, ya de madrugada, salí al corral para mirar las
estrellas y oí un ruido en las higueras del huerto, me acerqué y en el suelo un
gorrión saltaba intentando volar.
Le dije hola, me miró, luego se escondió bajo una piedra.
Lo cogí y noté como su pecho golpeaba mi dedo. ¡Pobrecillo! Todo su cuerpo
temblaba. Tenía un ala rota y no podía volar. Debía sentirse solo y triste como
yo. Se lo ofrecí a la luna para que lo curara y lo dejé junto a la entrada de
un agujero de la pared. Se escondió en él.
Yo me senté apoyándome en el
tronco de una higuera para ver la luna, dese allí podía observarla sin que ella
me viera, al menos eso pensaba yo. El tiempo pasó y la luna se marchó por el
tejado. «Adiós, mañana te volveré a ver». Cada noche cuando podía, me sentaba
para soñar bajo su luz.
De esta manera me convertí en
el amante de la Luna.
La luna es de silencio
Y el silencio de soledad
De la soledad, el amor en sueños
Y del despertar, la verdad.
La luna es de verdad
¡Soledad!
También escribí un relato sobre un gorrión que me hablaba
y al que yo le contaba varias historias de amor, pero no lo conservo.
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