En el instituto,
entre clase y clase o en clases aburridas (que también las había), me gustaba
hacer poesías con mis compañeras. No recuerdo a ningún compañero que se
prestara a esas tonterías. Ellas sí. El juego consistía en que yo les daba la
libreta y ellas me ponían una estrofa. Aunque no fueran poetas, me escribían la
estrofa de alguna canción de esas que cantan todavía las adolescentes:
“Si mi boca fuera pluma
y mi corazón tintero
con las venas de mi sangre
escribiría
: Te quiero”
Yo continuaba varias
estrofas más de mi invención hasta construir una poesía. A veces en serio, a
veces con tonterías. Al final firmábamos los dos. La mayoría de estos poemas
eran un juego y como tal desaparecieron con el tiempo. Pero algunas quedaron
escritas. Entre aquellas chicas recuerdo que jugaban a este juego Pepi, Carmen
Rosillo, una chica llamada Rosi Villegas, Antonia Tenorio y otras que ahora no
recuerdo su nombre pero si su sonrisa y sus gestos.
Hoy he
encontrado entres mis papeles del recuerdo una de esas poesías. Junto a mi
garabato está la firma de Rueda. Recuerdo a Pepi Rueda como una chica muy
sonriente y risueña, muy buena y también muy guapa. Le gustaba escuchar y
podías contarle todo lo que te pasaba con confianza de que no se lo repetiría a
nadie. Era de Purullena y había estudiado en el colegio de la Presentación,
vino al instituto para hacer COU. Era el curso 1976-77 y estábamos en la clase
de COU “C”. Nos sentábamos juntos y nos
hicimos buenos amigos, confidentes de nuestros desamores y amores.
Al año
siguiente nos fuimos a Granada a la Universidad, ella creo que a Filología y
nosotros a Magisterio. Un día, Paqui y yo, cuando huíamos de “los grises”
(policía antidisturbios del franquismo y posfranquismo) nos refugiamos en su
casa, en la calle Pedro A. de Alarcón de Granada. La recuerdo muy feliz de
vernos enamorados. Años después la volví a ver en Guadix. No la he vuelto a ver
desde entonces. Sé que se casó con un compañero del COU “B” llamado Jesús Merino
y que vive en Guadix.
Si tuviera que
darle las gracias, sería mucho lo que debería agradecerle por aquellos momentos
en que me ayudó como una buena amiga. A ella y a todos los amigos de aquellos
momentos quiero dedicarles esta entrada, mi agradecimiento a todos ellos.
Este poema
está escrito en un folio, ya amarillo y roto, al reverso de unos apuntes de historia,
seguramente por eso ha sobrevivido. La estrofa en rojo es la que escribió Pepi:
“Nunca creí que
el amor
pudiera ser tan
ardiente,
es como un ruiseñor
que no mira a la
gente”
y sin embargo
veo en su color a mi enamorado.
A veces una boca
despide la palabra
y en el aire sola
no encuentra su casa.
A veces el corazón
(siempre en el amor)
expresa lo que siente
y trata de ofrecer la simiente.
Busca un color
y encuentra dolor
que le sumerge
en la fuente
y se esconde
en el bosque
del sueño
de los pensamientos.
Probablemente la escribiríamos en clase de historia
mientras el profesor (Don Alfredo, me parece recordar) nos explicaba el tema
correspondiente, o tal vez después, o quizás antes. Imposible recordar el
momento pero sí su sonrisa al leer las tonterías que yo escribía.